Los hurones son animales carnívoros que pertenecen a la familia de los mustélidos. Se creía que los primeros ejemplares ya habitaban el antiguo Egipto donde pudieron ser utilizados para el control de ratas y ratones, aunque al no haberse encontrado ninguna representación o dibujo en los que aparezcan, la teoría no tiene mucho fundamento. Por esta causa se cree que su origen real es Europa donde fueron domesticados y empleados para el control de roedores y para la caza de conejos. Más tarde llegaron a Estados Unidos en los barcos donde se les introdujo para controlar las plagas.
Los hurones tienen el cuerpo estrecho y alargado y, por lo tanto, pueden meterse con facilidad en las madrigueras, por lo que han sido utilizados para la caza aunque actualmente son, principalmente, animales de compañía. Han llegado a convertirse en la tercera mascota más popular después de los gatos y los perros. Los hurones libres viven en el bosque y duermen muchas horas en sus madrigueras, principalmente por el día, manteniéndose activos durante la noche.
Los hurones tienen unas glándulas que producen un olor muy fuerte pero no hay que bañarlos más de una vez al mes.
Son animales inteligentes, curiosos, sociables, juguetones… Forman fuertes vínculos con las personas que los cuidan y pueden convivir con gatos y perros aunque al principio deberemos tener cuidado.
Los hurones duermen muchas horas al día, entre catorce y dieciocho, pero cuando están despiertos son muy activos y es necesario vigilar la zona por la que se mueven fuera de la jaula para que no se introduzcan en sitios peligrosos como agujeros, electrodomésticos, armarios, cajones, bolsas…, porque podría costarles la vida. Lo mejor es que durante la noche o cuando no estemos en casa, por su seguridad y nuestra tranquilidad, los tengamos en su jaula. La jaula deberá ser lo suficientemente grande y tener una zona oscura parecida a una madriguera para que duerman sin luz.
Los hurones pueden ser de diferentes colores y necesitan un pienso adecuado para su especie con altas dosis de proteínas.
Su esperanza de vida va desde los ocho a los diez años, aproximadamente, aunque todo dependerá de las atenciones, alimentación, revisiones, vacunaciones y cuidados que reciban.